lunes, 15 de octubre de 2012

EXQUISITESES

Soy peluquero. Es cosa que le sucede a cualquiera. Hasta me atrevo a decir que soy buen peluquero. Cada uno tiene sus manías. A mí me molestan los granos.

Sucedió así: me puse a afeitar tranquilamente, enjaboné con destreza, afilé mi navaja en el asentador, la suavicé en la palma de mi mano. ¡Yo soy un buen barbero! ¡Nunca he desollado a nadie! Además aquel hombre no tenía la barba muy cerrada. Pero tenía granos. Reconozco que aquellos barritos no tenían nada de particular. Pero a mí me molestan, me ponen nervioso, me revuelven la sangre. Me llevé el primero por delante, sin mayor daño; el segundo sangró por la base. No sé qué me sucedió entonces, pero creo que fue cosa natural, agrandé la herida y luego, sin poderlo remediar, de un tajo, le cercené la cabeza.

Este postre sale del exquisito Crímenes Ejemplares de Max Aub.


jueves, 11 de octubre de 2012

Besame mucho

Del "Materialismo histérico de Xavier Velasco; Los besos comunicantes". (la foto es tomada de algun lugar en internet, disculpas anticipadas si caigo en un acto de plagio....me encantó).


Un momento señora, déjeme que le explique. Los poetas hablan del beso de las diosas, los tahúres del beso de la suerte, los lascivos del beso a la francesa, pero curiosamente nadie hace comentarios sobre el más virulento: ese beso que no conforme con transmitir amor, deseo, saliva, sudor, sangre, partículas de pollo y piezas de amalgama, comunica penurias y aflicciones ancestrales, de modo que al así besarse la pareja se funde en una comunión antigua, y cuando menos piensan ya beben de una lava que por siglos estuvo cocinándose.


Quiero decir señora, que hay besos que corroen las entrañas, que duelen como latigazos en la piel de Cristo, que se nos clavan en la carne hasta infectarnos cada molécula de sangre. Besos con llanto y restos de tortura, con heridas y pústulas, con hambre y ambición y lujuria ultraterrena, besos con todo el peso del Viejo Testamento.